diciembre 21, 2007

Ley de la serialidad

La fascinación que algunos científicos han sentido por las “casualidades” ha dado lugar a diversas teorías sobre su sentido y el papel que juegan en nuestras vidas. A principios del siglo XX, el biólogo austríaco Paul Kammerer se sintió tan atraído por lo que llamó “coincidencias seriales”, de las cuales coleccionó cientos de ellas durante veinte años; se trataba sobre todo de hechos que tienden a presentarse en secuencias y que él definió “como una recurrencia coherente de cosas o acontecimientos similares que se repiten en el tiempo o en el espacio sin estar conectados por una causa activa”.

Algunas son tan comunes que la sabiduría popular ha inventado refranes para describirlos, como “hablando del rey de Roma, por la puerta se asoma”, “no hay dos sin tres” o “el mundo es un pañuelo”. Un ejemplo aportado por Kammerer nos bastará para ilustrar este tipo de “casualidades”. El 18 deseptiembre de 1916, su esposa esperaba turno en la consulta del médico cuando, al hojear una revista, quedó impresionada con el trabajo de un pintor llamado Schwalbach y pensó en comprarle algún cuadro. En aquel momento entró la recepcionista y preguntó: “¿Está la señora Schwalbach? la llaman por teléfono”. ¿Quería decir esto que la señora Kammerer haría bien invirtiendo en la pintura de ese artista?

Las coincidencias guardan sus mensajes celosamente; en general, sólo pueden ser interpretadas por la persona que las experimenta y ésta nunca sabrá con certeza cuál es su significado. En cualquier caso, Kammerer vio en este fenómeno la manifestación de fuerzas inexplicadas en acción, e incluso escribió un libro, La ley de la serialidad, en el cual afirmó que dichas fuerzas posiblemente actúan de acuerdo con un principio universal de la naturaleza, tan fundamental y desconocido como la gravitación universal antes de ser descubierta. Este principio físico operaría, según él, independientemente de la ley de causa y efecto y nos llevaría “directamente a la imagen de un mundo caleidoscópico que tiende a reunir siempre los factores semejantes”.

El asombro y desconcierto que producen las coincidencias recurrentes también queda patente en las historias en las cuales se repite un hecho, como la sucedida a los actores Michael Caine y Charles Chaplin. Ambos nacieron en Kensington, un barrio del sur de Londres; y, en las dos únicas ocasiones en que Caine sintió nostalgia de su antiguo barrio y decidió visitarlo de incógnito, se encontró “casualmente” con Chaplin, que también estaba dando un paseo nostálgico.

Existen historias aún más raras denominadas “salto en el tiempo”, como la que ilustra la experiencia del chófer de autobús británico D. J. Page. Durante la II Guerra Mundial, éste vio como su correspondencia era entregada por error a otro hombre llamado también Page y cuyo documento de identidad tenía el número 1509322, mientras que el suyo era el 1509321. Tiempo después de terminar la guerra, Page fue a reclamar a Hacienda los excesivos impuestos deducidos de su salario. Y comprobó que habían confundido su nómina con la de su viejo “amigo desconocido” Page, cuyo número de carné de conducir era curiosamente 29222, mientras el suyo era 29223.

Existen asimismo “resonancias” como la ocurrida al actor Malcom McDowell, mundialmente famoso por haber sido protagonista de La naranja mecánica. McDowell comenzó su vida laboral vendiendo café, y representó el papel de un vendedor de café en la película Un hombre de suerte que habría de saltar a la fama.

La “resonancia” se produce a veces de forma espectacular entre personas muy distantes. Es el caso de dos gemelos de Ohio cuya historia fue relatada en 1980 por el Reader ’s Digest. Tras ser adoptados por familias distintas y vivir alejados durante 39 años, se conocieron y descubrieron que los dos se llamaban Jim; ambos habían estudiado diseño industrial; se casaron con mujeres llamadas Linda y tuvieron hijos llamados James; se divorciaron y se volvieron a casar con mujeres llamadas Bety y, por si fuera poco, cada uno tenía un perro llamado Toy. ¿Quiere decir esto que los gemelos permanecían unidos a través de la distancia por un hilo tan sutil como desconocido?

Más fáciles de interpretar son las coincidencias recurrentes que trasladan los hechos “de la ficción a la vida real”, porque en ese caso parecen confirmar que la imaginación del escritor está inspirada por las musas. Así, cuando Norman Mailer comenzó su novela Barbary Shore, no sabía nada de espías rusos. Pero su protagonista se convirtió paulatinamente en uno de ellos. Acababa de terminar la obra cuando, en el mismo edificio donde vivía, fue detenido el espía ruso Rudolph Abel. Este caso es incluso mucho menos extraño que la exacta predicción que los ficticios astrónomos de Liliput, país que Swift inventara en Los Viajes de Gulliver, hicieran de la órbita y el diámetro de los satélites de Marte, un siglo y medio antes de que éstos fueran descubiertos. Asimismo, en 1838 Poe describió, en Las aventuras de A. Gordon Pym, el fallecimiento de un grumete llamado Richard Parker, devorado por los supervivientes de un naufragio. Y, en 1884, el periódico The Times relataba la muerte de un grumete del mismo nombre y en idénticas circunstancias que las imaginadas por el escritor.

diciembre 15, 2007

La naturaleza y su arquitectura: las columnas de hielo del canal Lemaire

Uno de las atracciones naturales más impresionantes son las Columnas del Canal de Lemaire, conocido como “el cementerio de glaciares” a causa de su acción en el derretimiento de los mismos. Y no es para menos ya que este canal es un arquitecto natural cuyas corrientes son acuosos cinceles, y las estructuras no tienen nada que envidiarle a las de los arquitectos corintios y sus magnánimos columnas.

El proceso es tan interesante como único. Los enormes fragmentos de glaciar que quedan “atrapados” en este canal son lentamente desintegrados por el incesante accionar de las corrientes. Según el oceanógrafo polar Mark Brandon, esto sucede por medio del agua profunda, que al estar más caliente que la hallada en la superficie, derrite el hielo a un ritmo más acelerado. Esta pérdida de masa lleva a que lentamente el fragmento de glaciar vaya saliendo uniformemente a flote, exponiendo de esta manera sus partes más altas en la superficie, donde el aire frío se encarga de mantener la forma de las mismas. Combinado con los cambios concéntricos de las corrientes del canal, se forman así los arcos y columnas uniformes que son generalmente avistadas con enorme asombro por los intrépidos viajeros que se animan a llegar hasta esta maravilla de la naturaleza en la Antártida.

diciembre 06, 2007

Los Villancicos

La palabra "villancico" deriva de la denominación “villanus” dada a los habitantes de las villas, para diferenciarlos de los nobles o hidalgos. En España, el origen de los villancicos se halla en una forma de poesía preferentemente cultivada en Castilla, parecida al zéjel. Esta es una forma de composición o métrica popular de los musulmanes españoles.(Por ej.: "Zéjeles del Cancionero de Aben Guzmán"). Antes de denominarse villancicos, recibieron también los nombres de "villancejos" o "villancetes".

Por definición, los Villancicos son estructuras poéticas menores, de contenido alegre y sencilla composición, en la que se alterna un estribillo con estrofas de diferente forma, ritmo y medida.

Estas canciones de Navidad son muy valoradas por la Iglesia Católica. Y la más antigua data del siglo IV: "Jesus refulsit omnium", atribuida a San Hilary de Poitiers. Sin embargo, la pieza gregoriana “Puer natus est”, por su alusión a la Natividad de Cristo, está también considerada como uno de los primeros villancicos de la historia; la traducción de los primeros versos latinos de este canto es: “Un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado”.
Más tarde, la música navideña cristiana del Medioevo siguió las tradiciones del canto gregoriano", mientras que en el renacimiento italiano surgió una forma de canciones navideñas más alegre y juguetona. De algún modo, ellas se acercan más a los posteriores villancicos que hoy conocemos.

Lo más curioso es que, en su origen, el tema del villancico casi nunca tenía que ver con la Navidad. Había villancicos de temática religiosa, aunque predominaban los de corte profano. Estos tenían el carácter marcado de las canciones pueblerinas: vivos, irónicos e incluso picarescos. De entre los de temática religiosa había algunos dedicados a la Virgen, a la festividad del Corpus, etc. Es importante señalar que los villancicos religiosos podrían haber formado parte de las representaciones medievales. Sin embargo, cuando éstas fueron prohibidas en los templos, quedaron como cantos sueltos navideños. Desde fines del siglo XIX el nombre ha quedado exclusivamente para denominar a los cantos populares – religiosos o profanos – que aluden al misterio de la Navidad y que se cantan con el acompañamiento de instrumentos musicales populares. A partir de esta época, el villancico sufre grandes cambios pues su temática se va concentrando hacia la referencia de los elementos que intervienen en la fiesta de Navidad.
En inglés, los villancicos son denominados "carols". La palabra tiene su origen en el francés "caroler", que significa bailar haciendo un anillo o círculo (similar a nuestra "ronda"). Dichas canciones se interpretaban en latín, su contenido era religioso y, debido a su adopción por los países protestantes, las tradiciones musicales de Navidad se intensificaron.

Una de las más célebres canciones de Navidad es "Noche de Paz" (originalmente "Stille nacht, heilige nacht") cuya letra fue escrita por Joseph Mohr, párroco de un pueblito de Austria, y la música compuesta por un profesor, Franz Gruber, poco antes de la Navidad de 1818. Hoy en día, coincidiendo con las fiestas de Navidad, se interpretan villancicos de diferentes países del mundo. “El chiquirritín” o “Campana sobre campana” son andaluces. Mientras que, por ejemplo, “En el portal de Belén” es un villancico típicamente castellano.
Para su deleite, dejos unos videos con una muestra de villancicos.

diciembre 04, 2007

El pueblo estrella: Palmanova

El 7 de octubre de 1593, el gobierno de la República de Venecia decidió fundar un pueblo en festejo de la victoria europea sobre los turcos otomanos. Venecia, habiendo sido el estado cuyo mayor empeño puso en la guerra, y contando con una vigorosa economía, la cual se alimentaba enteramente en el comercio realizado por su poderosísima flota naval, se empeñó en crear un pueblo único y nunca antes visto.

El pueblo, que sería fundado al noreste de Italia justo en la frontera con Eslovenia, serviría como recordatorio del poder veneciano. Una fortaleza con forma de estrella que en su interior, además de contener todos los avances militares del siglo 16, poseía edificios que vistos desde el aire armonizarían con la estructura principal del fuerte. El ingeniero encargado de la tarea, Vincenzo Scamozzi, visionó construir una obra de arte bella a los ojos y una citadela inexpugnable al enemigo combinadas en una sola estructura. Las nueve puntas de la estrella formadas por las murallas eran parte del sistema bélico de defensa multivectorial. Palmanova es, en efecto, una de esas extrañas ocasiones donde la belleza del arte se mezcla con la fiereza de la guerra. Si bien hoy las murallas ya no existen, aunque pueden observarse sus vestigios cuando se ve el pueblo desde el aíre, los edificios de Palmanova aun siguen formando una estrella de nueve puntas.

La leyenda de Barbanegra

El famoso pirata Barbanegra ha pasado a la historia como prototipo de una profesión que en su época daba ya sus últimas noticiasque que distaban mucho del auge alcanzado en siglos anteriores, y que empezaba a parecerse más a lo que luego serían contrabandistas y mercaderes.Se cree que Barbanegra, cuyo verdadero nombre era Edward Drummond, nació en Bristol en 1680 en el seno de una familia de clase media baja y parece que se enroló muy joven como marino mercante. Nada se sabe de su trayectoria sino hasta la guerra de sucesión española en la que se embarcó como corsario en las Antillas; cambió su nombre por el de Edward Teach, pensando probablemente en recuperar el verdadero una vez que volviese a desarrollar actividades menos controvertidas. El caso es que Drummond o Teach acabó aprendiendo el oficio de pirata a las órdenes del capitán Hornygold, y lo debió de efectuar fuera de lo común, pues pronto se vió al mando de su propio barco: un mercante francés capturado al que rebautizó como Queen Anne´s Revenge. Una vez terminada la guerra en 1713, Teach siguió a las órdenes de Hornygold como pirata hasta que éste se acogió a una amnistía promulgada por Jorge I en 1716 y le dejó al frente del negocio.

En los dos años que siguieron, Teach se labró su reputación de pirata del Caribe, si bien la verdad es que operó más bien poco en estos lares; sus áreas de operación fueron en aguas de Virginia y las Carolinas, en la costa oriental de Norteamérica, que en aquel tiempo eran más concurridas. Tampoco es cierto que se dedicara a expoliar principalmente barcos españoles, de hecho su carrera en solitario comienza con el hundimiento del mercante inglés Great Allen frente a la costa norteamericana, y el posterior combate con el barco de guerra británico Scarborough, del que tuvo que huir pero que le valió su sobrenombre de Barbanegra. En aguas de Honduras, Teach firmó un tratado para operar junto a otro pirata que se había hecho bastante famoso por aquellos tiempos, Stede Bonnet, un plantador de Barbados del que se cuenta que se hizo filibustero para escapar de una esposa demasiado irritante. Pronto Barbanegra visualizó de que en realidad su colega no sabía gran cosa de navegación, de manera que se convirtió en el verdadero jefe de aquella sociedad que abordaba cargueros ingleses y luego vendía el botín en las colonias americanas a precios más bajos, lo que hacía que los americanos estuviesen bastante bien dispuestos en principio hacia los piratas, a quienes recibían con agrado en sus ciudades y consideraban al ramo como algo parecido a héroes románticos.

En enero de 1718 Barbanegra se presentó con una flotilla de cuatro barcos ante Charleston y durante una semana se dedicó a saquear cuantos barcos entraban en el puerto, haciéndose de paso con un buen número de rehenes que acabó cambiando por medicinas para sus hombres ante la impotencia del gobernador de la ciudad. Previamente les había expoliado de todos sus bienes y objetos de valor que poco después vendía, junto al botín de los barcos abordados, a los colonos de Carolina del Norte. En Carolina se enteró de que el rey había promulgado otro perdón para piratas de manera que, tras robar el botín de Bonnet, hundió el Queen Anne´s Revenge y se estableció como plantador en Bathtown, Carolina del Norte. Para ello tuvo que afirmar que su botín procedía en realidad de saquear a españoles y franceses y no al mismo rey que le daba el perdón, lo que no parece que fuese desmentido por los americanos que conocían de sobra sus fechorías. Buscando respetabilidad, Teach se casó con la hija de otro plantador de la zona (aunque se dice que tenía otras catorce mujeres “legítimas); sin embargo, parece que la vida sedentaria no le gustó demasiado porque en junio de 1718 se embarcó de nuevo con sus hombres y se dedicó a vender “protección” a los barcos que navegaban por la zona a la manera de los gangsters del Chicago de los años 20. Tampoco ese negocio le satisfizo durante mucho tiempo, y pronto volvió a saquear directamente los barcos, vendiendo luego sus mercancías en contubernio con el gobernador Charles Eden y su secretario Tobías Knight. Finalmente, en octubre, empezó a saquear con una pequeña balandra -la Adventure-, las plantaciones de algodón de las orillas del río James, en Virgina. El gobernador de este estado, Alexander Spotswood, menos tolerante que Eden, mandó rápidamente dos fragatas a la desembocadura del río: Barbanegra logró escabullirse milagrosamente y se refugió en la bahía de Ocranoke. El 20 de noviembre se encontró con otra balandra al mando del teniente de navío Maynard quién, tras un duro combate, le cortó la cabeza y volvió triunfante a Bathtown con ella colgada en el bauprés de su nave.

Como sucede con este tipo de personajes, su muerte no fue sino el principio de la leyenda. Las historias contadas en vida sobre aquel gigante que abordaba los barcos con mechas de cañón encendidas atadas a su barba, y que no tenía piedad con cualquiera que le hiciese frente, empezaron a cobrar vida propia. Su pacto con Satanás, seguramente publicitado por él mismo para aumentar el terror que infundía en los tripulantes de los barcos y, sobre todo, el tesoro que presuntamente enterró tras hundir el Queen Anne´s Revenge, le han hecho figurar en el imaginario popular como el arquetipo del pirata, aunque en realidad la época en la que galeones llenos de oro eran saqueados por otros piratas hubiese pasado hacía muchos años y sus presas fuesen la mayoría de las veces cargamentos de ron o de objetos manufacturados en Gran Bretaña con destino a sus colonias americanas. Aún así, todavía hoy hay quien busca un tesoro que casi seguramente nunca existió.