
Un lugar en el ciberespacio plagado de curiosidades, rarezas, excentricidades, cosas y sucesos insólitos. "Cosas veredes Sancho amigo". El mundo todavía es un lugar mágico, simplemente hay que verlo con los ojos de un niño.

La Danza macabra o Totentanz es un tema alegórico en el arte, tanto en la música, como en la pintura o literatura, que se caracteriza por la representación de esqueletos humanos -símbolo de la muerte- danzando, moviéndose o jugando como si se aferraran a su vida perdida. Tanto el rico como el mendigo, el Papa como el hereje son representados en estas imágenes, la muerte es inevitable y es igualadora, al final todos somos huesos marchando a la tumba. En la danza macabra vemos que esas diferencias terrenales se acaban en la muerte, y son los esqueletos bailando tan eufóricamente los que nos comentan que no importa cual haya sido el rol o posición de una persona durante su vida, al fin y al cabo eso desaparece. La figura del esqueleto en los siglos XIV y XV representaba a la muerte literalmente, un mundo repleto de plagas oscuras y guerras interminables pintaba un paisaje sombrío en las bóvedas de los cementerios donde los esqueletos se apilaban día tras día, y los crematorios que trabajaban la 24 horas del día no hacían mas que iluminar esta cruel realización. El mundo es efímero y lo efímero se acaba. Podemos ver representaciones de esta alegoría en los grabados del siglo XV de Huy Marchant, quien se podría decir es uno de los “padres” del genero, Konrad Witz, Hans Holbein y en infinidad de frescos que pululan las capillas y cementerios más antiguos de Francia, Suiza y Alemania. Siendo la más famosa la obra -tristemente destruida- que se encontraba en la Iglesia de los Santos Inocentes de París. En la poesía y literatura Goethe, Calderón de la Barca, Quevedo y muchos más de los más prominentes escritores que conocimos dejaron impresas sus impresiones sobre el tema.



Una fría mañana de hace 120 años atrás, en la oficina postal de Albany, New York, los trabajadores que se encontraban catalogando las bolsas del correo hallarían un paquete muy particular. No era una carta, ni mucho menos una encomienda, sino que se trataba de un cachorro que, por alguna razón desconocida, terminó durmiendo en medio de una pila de bolsas de correo ferroviario. 



Una de las anomalías que mayor entusiasmo provocan en los devotos de lo paranormal es la llamada Combustión Humana Espontánea (frecuentemente citada por sus siglas en ingles: SHC, Spontaneous Human Combustion). Implica que un cuerpo humano, por lo usual vivo, comienza a arder de un modo súbito, sin una fuente de ignición externa conocida; al parecer, el fuego es producido por calor generado internamente, a través de algún mecanismo oscuro e indeterminado (existen varias teorías al respecto, todas igualmente insatisfactorias). Desde el siglo XVII hasta la actualidad se han documentado varias decenas de casos de este insólito evento.
n espontánea está casi seguramente más allá de la comprensión humana. Plantean varias conjeturas, que incluyen fantasmas, ira divina, etcétera. Los partidarios de las teorías no sobrenaturales creen que la combustión espontánea es un fenómeno que actualmente es o será comprensible. Prácticamente no existe consenso general entre los que defienden este tipo de conjeturas. Más aún, existe muy poco consenso entre los que defienden este tipo de posturas y los escépticos.
er un censo de los casos de supuesta Combustión Humana Espontánea ocurridos en los últimos años. Así, se ha llegado a determinar que en la década de los 50 ocurrieron once casos, en la de los 60 siete, en la de los 70 trece y en la de los 80 nada menos que veintidós. Estas cifras sin duda lucen alarmantes, pero hay que mirarlas con desconfianza, por la franca tendencia de los divulgadores de estos fenómenos a mezclar casos "comprobados", con otros que no lo son tanto, con meros rumores y con cuentos que van de boca en boca. Garth Haslam, en su ya mencionada compilación Spontaneous Human Combustion; Brief Reports in Chronological Order, describe 53 casos desde el siglo XVII hasta 1982, de los cuales clasifica a veinte dentro de la categoría de "datos desconocidos o inseguros". De aquellos que presentan "datos conocidos", quince ocurrieron a partir de 1951, y de estos, varios resultan muy sospechosos, como el de cinco hombres encontrados quemados dentro de un automóvil en una carretera rural de Kentucky en 1960, o el de una mujer anónima que supuestamente fue vista estallar en llamas "mientras caminaba", en Chicago en octubre de 1982, y que al final resultó ya estar muerta antes de quemarse, aparte de que se encontraron trazas de hidrocarburos acelerantes en sus ropas, o el de otra mujer desconocida encontrada quemada hasta morir "en algún lugar de Londres" (???) en 1964... ¿Cuantos de estos casos corresponden simplemente a crímenes y accidentes ordinarios? No hay forma de saberlo, precisamente por la falta de datos consistentes; pero se transmutan alegremente en SHC y pasan de inmediato a engrodar las estadísticas del misterio. Por lo visto, las fuerzas más allá de nuestra comprensión necesitan de cuando en cuando una pequeña ayuda humana para que resulten convincentes. Exactamente igual que ocurre con el ya semiolvidado "misterio" del Triángulo de las Bermudas.
is difícilmente necesarias ¿Es el cuerpo humano combustible? ¿Puede encenderse el mismo? Estas son dos preguntas claves con relación a la supuesta Combustión Humana Espontánea, y en torno a ellas ha crecido una frondosa selva de pseudorrespuestas y mistificaciones. Nadie negará que existe un fenómeno que exige una explicación: como un cuerpo humano puede quemarse según el patrón que se ha descrito más arriba, y que se ha repetido en múltiples oportunidades. Personalmente creo que tiene que haber una explicación razonable para todos los casos que se incluyen dentro del cajón de sastre llamado Combustión Humana Espontánea. Considero bastante probable que no haya un mecanismo único como responsable de todos los casos. Otra cosa es que seamos o no capaces de encontrar la causa responsable de cada caso, pero, mientras la encontramos, disfrutemos con el proceso de investigación del misterio.
s, espíritus, dioses y animales totémicos- todavía figura en el repertorio de los shamanes y hechiceros en las sociedades primitivas de todo el mundo. De hecho no hay otra técnica de comunicación sobrenatural que esté más extendida. La posición que ocupan los shamanes en sus sociedades corresponde más o menos a la de los sacerdotes y los antiguos santos en el mundo cristiano. Desde finales del siglo I d.C., un cristiano corriente que hablara en «lenguas» habría sido exorcizado en el mejor de los casos, o ejecutado en el peor de ellos, por «traficar con el demonio». Pero también algunos santos fueron conspicuos glosolalistas: San Pacomio, abad egipcio, afirmaba que hablaba con los ángeles, y escribía en un alfabeto místico comprensible sólo para aquellos que se hallaban en un estado de gracia especial y bendecidos de la misma forma que él. La alemana Santa Hildegard (1098-1179) hablaba y escribía -con un alfabeto desconocido- un lenguaje extraño que tradujo al alemán. Muestras de él se conservaron, publicaron y analizaron, llegándose finalmente a calificar de revoltijo de alemán latín y hebreo mutilado.
ecidieron unánimemente que «lo que les faltaba» en su expepencia cristiana era el bautismo del Espíritu Santo, cuya señal era el don de lenguas. El 31 de diciembre de 1900, un pastor, C. F. Parham, impuso las manos a un estudiante, el cual empezó a emitir un torrente de sílabas ininteligibles. Otros treinta siguieron su ejemplo en días sucesivos. Esto marcó el inicio del moderno Pentecostalismo. Efectivamente, el hecho de hablar en lenguas tiene un lugar señalado en el culto Pentecostalista, pero igualmente importante es el don de la interpretación de lenguas: un fiel comienza a hablar en un idioma que nadie conoce, e instantáneamente otro fiel se pone a traducirlo, aunque tampoco conozca la lengua. Si bien este fenómeno es poco frecuente, no deja por ello de ser extraordinario.Un pentecostalista, Axel Blomquist, relata la siguiente experiencia:«Recibimos la visita de un misionero de la India que nos acompañó a visitar a una familia con la que oramos. Al orar vino el Espíritu Santo sobre mí y empecé a hablar un idioma que nunca había conocido ni hablado antes. Al terminar la oración, conmovido, el misionero dijo: «Esto es algo extraordinario, el hermano Axel acaba de hablar precisamente en el idioma que estamos usando donde yo estoy sirviendo a Dios en la India. Ha sido un mensaje de consuelo y aliento para alguna persona que debe estar agobiada y triste. Un mensaje de perdón y restauración. He observado especialmente cómo el hermano repetía la expresión "oh mujer", fórmula de respeto que se utiliza en la India para hablar a las damas nobles». Esta y muchas otras experiencias espectaculares de este tipo son frecuentes en las iglesias pentecostalistas.De hecho, algunas de estas actividades se hicieron famosas -o escandalosas- entre las dos guerras mundiales. En América se fundó en 1921 la Iglesia Internacional del Verdadero Evangelio, encabezada por Aimée Semple McPherson, cuyo cuartel general se hallaba en su templo de Hollywood. Ciertamente, competía con la propia meca del cine por el atractivo de su presentación del evangelio y la belleza de su coro de «ángeles». En Inglaterra, George Jeffreys llenó el Albert Hall todos los domingos de Pascua desde 1926 hasta 1939 con miembros del Verdadero Evangelio de Elim. Aunque el énfasis sobre el don de lenguas ha disminuido un tanto, todos los pentecostalistas del mundo -que suman unos 20 millones- creen que existe y que es una señal de la presencia del Espíritu Santo. Actualmente, la mayor de las comunidades pentecostalistas, las Asambleas de Dios, poseen congregaciones en casi todos los países, entre ellos España. Varios miembros de la Iglesia Pentecostalista de Barcelona afirman actualmente haber recibido «el bautismo del Espíritu Santo», y haber hablado en lenguas. Sin embargo, según ellos, éste no es el único don del Espíritu Santo. Apoyándose en las palabras de San Pablo (I-Cor XII-4,11), declaran que «hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo». Los otros dones son la sabiduría, la ciencia, la fe, el don de sanar, la profecía, los milagros y la interpretación de lenguas desconocidas. Uno de los miembros de esta Iglesia, E.H.B., de 24 años de edad, declaraba en 1981 que antes de su conversión «el hastío y el vacío eran su pan de cada día» y que «a los 23 años era un hombre acabado y sin ganas de vivir, que creía haber llegado al fin de su camino». Después de haber vivido una vida bohemia, de haber militado en un partido, de haber pasado por la cárcel y por las drogas, conoció el Pentecostalismo, que contribuyó a cambiar su vida.
on estigmas sobre su cuerpo, y pareció revivir la pasión de Cristo, emitiendo palabras y frases en arameo (algunas de ellas correspondían, al parecer, con toda exactitud a las palabras pronunciadas por Cristo en la Cruz). Algunos observadores creyeron que estaba en comunicación mediúmnica con algún testigo contemporáneo de la crucifixión de Cristo. Esto enlaza la glosolalia con el mundo del espiritismo. A medida que el espiritismo se desarrollaba durante el siglo pasado, se hacían más frecuentes los estallidos del don de lenguas en médiums. Algunos de estos afirmaban que los espíritus hablaban a través de ellos en lenguas desconocidas para los propios médiums y para todos los presentes, excepto para aquellos a quienes se dirigían los mensajes. Algunas veces ninguno de los asistentes entendía lo que se decía hasta que se pedía la colaboración de un lingüista. Otros médiums eran especialistas en la «voz directa»: palabras del espíritu emanadas del aire que les rodeaba, incluso mientras los médiums estaban conversando con los presentes. Algunos eran también «clarioyentes»: «oían» voces que a menudo hablaban en lenguas que no comprendían, y repetían las palabras lo mejor que podían. Un caso típico fue el de una médium inglesa conocida como Rosemary, que en los años treinta empezó a revelar recuerdos de antiguas encarnaciones, las más importantes de las cuales pertenecía al antiguo Egipto. Un egiptólogo, Howard Hulme, la examinó. Rosemary «oyó» palabras en lengua egipcia, y más tarde Nona, el espíritu de una egipcia que había conocido en su vida anterior, habló a través de ella. Se hicieron grabaciones de algunas de aquellas sesiones. Una vez, durante casi dos horas, Nona contestó las preguntas que Hulme había preparado: en aquella sesión emitía sonidos que parecían ser aspiraciones guturales, consonantes extrañas y construcciones peculiares de una lengua que murió hace 3.000 años. Desgraciadamente, nadie sabe en la actualidad cómo se pronunciaba la antigua lengua egipcia. Un grupo de expertos, tras haber analizado las frases pronunciadas por Rosemary, emitió un juicio ambiguo. A pesar del interés que el don de lenguas ha despertado durante cientos de años, su interpretación permanece todavía abierta.
Lo cierto es que muchos casos han recibido explicación. Cuando las monjas ursulinas de Loudun (Francia) fueron «poseídas» por el demonio en los años 1630, al parecer como consecuencia de un hechizo del que era responsable su capellán, Urbain Grandier, empezaron a balbucear en «lenguas»: se afirmó que hablaban en latín, griego, español, italiano, turco e incluso en la lengua de los pieles rojas. Actualmente se ha podido averiguar que las hermanas, en realidad, padecían histeria, y gran parte de los modernos relatos sobre las «posesiones» de Loudun les atribuyen una mera frustración sexual.Pero, en definitiva, la glosolalia ¿es el producto de niveles subconscientes de la mente? ¿Poseemos todos en nuestro interior un «santo» que habla «con la lengua de los ángeles»? ¿Acaso un médium que habla en una lengua al parecer desconocida para él, está recordando de hecho palabras vistas y oídas durante su vida, que habían quedado almacenadas en el inconsciente? Las modernas investigaciones han contribuido poco a esclarecer estas conjeturas. Tampoco pueden asegurar que los hablantes en lenguas están directamente inspirados por Dios, o que están poseídos por los espíritus de los muertos. Como ocurre siempre, tales explicaciones dependen de la fe que cada uno haya depositado en ellas.
La extraña tradición de llevar una pata de conejo en el bolsillo para atraer la suerte no nace de este animal, sino de la liebre. En las regiones medievales de Europa existía la creencia de que las brujas se transformaban en liebres para sorber la leche de las mujeres que habían dado a luz. Antiguamente, las cabras, vacas, cerdos, liebres y otros animales de granja entraban libremente en la casa de sus amos, ya que la familia aprovechaba su calor corporal para protegerse del frío invernal. Los campesinos criaban liebres para comérselas y las cuidaban con esmero y cariño. De hecho, por ejemplo, los antiguos britanos pensaban que estos animales eran criaturas mágicas que incluso había que evitar ingerir. Algunos tratados de la época mencionan que las mujeres embarazadas y durante la época de lactancia acostumbraban a sentarse en un rincón del hogar y ponerse en el regazo uno de estos nobles animales para que las calentara. A cambio, dejaban que la liebre tomara de su pecho. La tradición popular, como ya se ha mencionado, aseveraba que durante la caza de brujas, éstas se transformaban en liebres y se colaban en las casas de los campesinos para salvarse del peligro. Incluso había una manera de reconocer el engaño: si la liebre, una vez atrapada resultaba diftcil de despellejar o cocinar, entonces la bruja se había transformado en animal antes de morir. La idea de que la pata de liebre trae buena suerte nació de la primitiva creencia de que los huesos de sus patas curan la gota y otros reumatismos, así como los calambres. Pero, para ser eficaz, el hueso debía tener una articulación intacta. Por ser tan parecidos, la liebre y el conejo se unieron como fruto de las supersticiones relativas a sus virtudes mágicas.
La excepcional resistencia y fortaleza del gato, capaz de salir indemne de situaciones en las que otros animales perecerían con toda seguridad, llevó a la idea de que este felino tenía más de una vida. No hay duda de que sus hábitos nocturnos, sus ojos refulgentes en la oscuridad, su sobresaliente agilidad y su pose majestuosa contribuyeron a que nuestros antepasados sintieran una especial admiración, e incluso veneración, por este animal. Se cuenta que, por ejemplo, Mahoma se cortó la manga de su vestimenta para no perturbar el sueño de su gato que dormía sobre ella. El profeta veía en él “una criatura digna del mayor respeto y de un tratamiento afectuoso”. La razón de que a los gatos se les otorgue popularmente hasta siete vidas tiene posiblemente un origen esotérico. Existen muchas culturas para las que los números poseen una significación concreta. En nuestro caso, el siete fue considerado en la antigüedad un número de la buena suerte, ya que era una trinidad de trinidades y, por lo tanto, adecuado para el felino.
o negro
Objetos y pinturas diseminados alrededor del mundo parecen demostrar que, o bien somos unos perfectos desconocedores de nuestro pasado, o bien que ha habido "interferencias temporales" en uno u otro momento. Y nos estamos refiriendo a hechos no a especulaciones. De todos ellos el más sorprendente es -sin duda- la máquina de Antikythera, descubierta en 1900 por unos pescadores de esponjas griegos que trabajaban en las inmediaciones de una isla del mismo nombre. El objeto en cuestión, descubierto entre los restos de un naufragio de un barco griego de casi dos mil años de antigüedad, presenta un insólito cuadro de ruedas dentadas -una veintena, a decir de Valerios Stais, del Museo Nacional de Atenas, quien examinó por primera vez la máquina en 1902-.
ontradicen esa fecha, sino que corroboran que la máquina pertenece a los primeros momentos del siglo I. La inscripción más larga que se conserva sobre los restos de metal hallados es extraordinariamente similar a un calendario astronómico elaborado en el año 77 d.C.
o de inteligencias superiores o extraterrestres. La respuesta más obvia sería que los nativos de Centroamérica, aztecas y mayas, las tallaron por sí mismos, pero esta hipótesis no explica la los medios con que fueron creadas, ya que ninguna de esta culturas, por lo menos hasta donde sabemos, poseían la tecnología o el conocimiento necesarios para completar esta labor, a menos que realmente empleasen la técnica de fricción con arena, pero eso sería extremadamente pesado y costoso y como ya explicamos precisaría el trabajo de vidas enteras dedicadas a tan ardua labor ya que por este metodo se tardarían entre 150 y 300 años en conseguir tal perfección.
Sultan Khan es uno de los personajes más interesantes y misteriosos de la historia del ajedrez. Era un siervo hindú analfabeto, cuyo señor, coronel del ejército británico, se fijó en su gran talento jugando a la versión india del ajedrez. Su amo viajó a Gran Bretaña en 1929, y llevó al talentoso pero totalmente iletrado jugador con él. Gracias a ello participó en el campeonato británico, ganándolo, lo cual supuso todo un golpe para la sociedad británica de aquel tiempo, clasista y todavía con reminiscencias victorianas. En total ganó tres veces el campeonato británico. 
Anasognosia