Históricamente a la Iglesia Católica se la ha acusado de muchas cosas, pero la más original y bizarra de todas las acusaciones nace en la edad media, cuando la gente creyó erróneamente que la Iglesia les había robado parte del tiempo de sus vidas. Dado que la diferencia entre el año solar y el año lunar ha existido desde siempre, en las civilizaciones que utilizan estos astros como referencia hay un problema de desincronización entre las estaciones y el calendario. Ya los Romanos debían introducir en el calendario cada tanto un mes para intercalar y “re-sincronizar” el desfasaje de tiempo que producían éstos días de “menos” en el año lunar con respecto al solar. Sin embargo, la mala implementación de estos días compensatorios llevó a que las estaciones del año y los meses del calendario no concordaran en lo más mínimo. Esta situación obligó al emperador romano Julio César a encomendarle la tarea de diseñar un nuevo calendario a un astrólogo griego. Así nace el Calendario Juliano que es la base del que usamos hoy en día.
De todas maneras, e incluso con las modificaciones y mejoras del nuevo calendario, el tiempo seguía desincronizándose constantemente con respecto a las estaciones del año. Esto llevó al Papa Gregorio XIII (1582) a encomendar la creación de un nuevo calendario: el Calendario Gregoriano, que corregía los errores que llevaban al desfase temporal en el Calendario Juliano. Una de las medidas fue quitarle diez días al año en curso para así hacer coincidir a Marzo 21 con el equinoccio. Por esta razón, el 4 de Octubre de 1582, fue el último día del Calendario Juliano y el próximo día, eliminando de la numeración 10 días debido al ajuste, pasó a ser el 15 de Octubre del calendario Gregoriano.
La población, en su gran mayoría granjeros y gente de pensamiento rústico, no comprendió que esto era sólo un ajuste y, de hecho, pensó que la Iglesia les había robado 10 días de su vida. Esto fue razón suficiente para que una explosión de ira y terror asaltara los poblados de toda Europa. La gente comenzó a salir a las calles y rebelarse exigiendo la devolución del tiempo robado, incluso bajo la amenaza de elevarse contra sus líderes. Fueron muchos países los que se negaron al cambio de hora, aunque poco a poco fueron adaptándose a él, hasta el punto de que en Grecia no actualizaron el calendario hasta 1923.
Estos desajustes de fechas son muy delicados, y hace que estudiar la cronología de la época en que se produjo dicho cambio de lugar a grandes errores. El caso más famoso es el de la muerte de Shakespeare y Cervantes, que sucedió en ambos casos el 23 de Abril, pero en el calendario de Shakespeare no habían incluido la modificación, luego serían días distintos. Por el simbolismo se ha preferido mantener esa fecha, aunque la correcta hubiera sido el 13 de Abril.
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