febrero 15, 2008

Una mujer "muy macho" para ejercer la medicina

En el siglo 19 se tenía la teoría que la mujer, al ser físicamente más débil que el hombre, era a su vez más propensa a infectarse con gérmenes o contraer enfermedades. Por esta razón, y también por el machismo de la época, la Medicina era territorio vedado a ellas. Sin embargo el deseo de ser doctor llevaría a una mujer a cambiar su apariencia y personalidad para convertirse en hombre y así poder lograr su sueño de ejercer la Medicina. Esta es la historia apasionante de Miranda Stuart, o James Barry, como se le conocería a lo largo de su aventurera e intrigante vida. Sólo tras su muerte el mundo se enteraría de su secreto.

Nacida en el año 1795 bajo el nombre de Miranda Stuart, desarrollaría una instantánea pasión por la Medicina. Su único problema para poder acceder a esta preciada meta era su sexo, por el hecho de que a las mujeres se les prohibía ejercer a causa de lo anteriormente mencionado. Ante ésta gran complicación Miranda opta por la única salida posible que le permitiría ingresar a la Universidad y comienza a vestirse y a actuar como un hombre, cambiando su nombre al de James Barry en el proceso. Tras su cambio comienza sus estudios en la Universidad de Edimburgo (1809) siguiendo la carrera de “Literatura y Medicina”, y a sólo unos pocos años de haber ingresado (1812) consigue su Doctorado en Medicina, según se cree con un excelente promedio. Tras recibirse rápidamente se une al personal médico del Ejército Británico como Asistente Hospitalario. De aquí en adelante la vida de Miranda, o Barry como todos la conocían, transcurriría viajando por el mundo entre las tantas guerras y conflictos en los que el Ejército Británico participaba. El destino la llevaría a ser testigo presencial de hechos tales como la Batalla de Waterloo o las guerras contra la India y África del Sur; sus viajes la harían conocer lugares tales como Mauritania, Trinidad Tobago, Santa Helena -la famosa isla carcel en la que Napoleón paso preso sus últimos días-, Jamaica, el Congo y Canadá. Paso a paso se iría haciendo de un importante currículum como Cirujano de Campo y el renombre no tardaría en llegar. Su siguiente cargo profesional sería como Inspector Médico de la colonia en Cape Town, aquí, principalmente, es donde ganaría reconocimiento por haber realizado una de las primeras cesáreas exitosas de la historia. Tras Cape Town continúa con su viajera vida cumpliendo de asignación en asignación, y logrando ser reconocida tanto por su talento médico como por su carácter. De hecho se batiría exitosamente a duelo en varias ocasiones contra los que, maliciosamente, sugerían la agudeza de su voz o lo esbelto de su figura.
Su carácter un tanto insubordinado llegó a ponerla en situaciones riesgosas en infinidad de ocasiones, debiendo enfrentar reprimendas oficiales y castigos por parte de sus superiores. Generalmente muchas de estas discusiones eran producto de su constante lucha por la mejora en las condiciones higiénicas y alimenticias de los pacientes -recordemos que la medicina de la época tenía poca consideración por la higiene y la nutrición balanceada-. Tras haber alcanzado el alto cargo de Inspector General de Hospitales, una de sus tantas discusiones la pone en un retiro forzado en el año 1864, retiro que no soportaría y que llevaría a deteriorar su salud, producto de los años de enfrentar severas epidemias de malaria, fiebre amarilla, cólera y las crudas condiciones de la vida del campo de batalla; fallece en el año 1865. La primer persona que se enteraría de su secreto sería su enfermera, la cual no tardó en hacerlo saber a todo el mundo y el rumor se expandiría como una explosión. Todos comenzarían a asegurar que lo sabían o al menos lo intuían e incluso los periódicos de todo Londres comentarían y citarían el hecho como “Una extraña historia”. Existe el rumor de que al revisar el cuerpo de Miranda, durante su autopsia, se descubrieron heridas de cesárea, sugiriendo que ésta, en algún punto de su vida, estuvo embaraza. Sea esto último cierto o producto de un rumor morboso, es algo que Miranda se llevó consigo a la tumba.


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