enero 10, 2008

El ejército de simios de Stalin

Stalin, ante la necesidad de mayor poder bélico para contrarrestar a occidente, no tuvo mejor idea que la de intentar cruzar simios con seres humanos para obtener un súper guerrero: los soldados humanos mueren, ergo se necesitan muchos para una guerra y ergo se necesita mucho dinero. La Unión Soviética particularmente nunca fue un paraíso económico como para permitirse ejércitos altamente entrenados como los alemanes, o cuantiosos como los de Estados Unidos. En una reunión con Ilya Ivanov, eminencia en el campo de hibridación animal, Stalin le haría el pedido más singular y bizarro que éste científico escuchara en su vida: “Quiero un nuevo tipo de ser humano invencible, insensible al dolor, resistente e indiferente a la calidad de comida que se le de”.

Como esto ocurría a finales de los años 20, ni siquiera existían las técnicas de manipulación genética de hoy día, por lo que la única solución de Ivanov consistía en recurrir a las herramientas de la época, es decir, intentar aparear simios con seres humanos. Como el gobierno comunista de aquellos días no tenía problemas en despilfarrar vidas humanas y obtener “voluntarias” que aceptaran ser inseminadas con esperma de mono, la mitad de los “ingredientes” estaría servida. No obstante, si bien no tenían problemas para conseguir humanos con los que experimentar si tenían un gran problema en encontrar simios. Por esta razón, a finales de 1926, Ivanov es enviado a África con una gran cantidad de dinero para estudiar las poblaciones de monos y conocer así cual sería la raza más indicada de la cual retirar el esperma. Al mismo tiempo, en la Unión Soviética establecieron un centro de investigación. La idea, si funcionaba, era obtener un ser físicamente superior al ser humano y mentalmente un tanto imbécil -imbécil en la antigua terminología médica, no el insulto popular-, en la medida justa para saber cómo manejar armas y luchar, y no tanto como para cuestionar al gobierno.


Tras un notable fracaso en África, se dirigió a Francia -país en el que poseía muchos contactos ya que fue miembro del Instituto Pasteur en el pasado-. Aquí intentaría inseminar tres hembras de chimpancé con esperma humano, sin embargo, el fracaso se repetiría y no obtendría resultados. Continuando con sus estudios, la prueba final fue en Sukhumi, donde junto al apoyo de la Academia Comunista, intentaría inyectar esperma de simio en “voluntarias”. Otra vez los intentos estarían marcados por el fracaso total y para 1930 se abandonarían todos los intentos de hibridación humano-simio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo habia leido lo de este experimento pero que lo habian hecho los nazis, interesante tema...