mayo 28, 2008

El astronauta de Palenque

En Palenque (México), en 1949 el arqueólogo Alberto Ruz de L’huiller descubre en un templo, bajo una escalera de cuarenta y cinco escalones, un sello oculto que daba a una gran piedra triangular. En la parte inferior observó una zona rellena de pedruscos y cal; al abrir dicho hueco, pudo asomarse y ver lo que contenía la espaciosa cámara: la espectacular cripta alojaba una gigantesca lápida la cual cubría el sarcófago donde yacía el señor Pakal. La lápida tenía unas medidas de 3,80 metros de largo, 2,20 metros de ancho y un espesor de 25 centímetros, con un peso aproximado de 5 toneladas. Lo interesante de este descubrimiento es el magnífico trabajo realizado en el relieve de la tapa labrada. En efecto, en ella se reproduce la figura de un hombre con atuendo maya, en una posición semiacostada en una especie de silla con cinturón de seguridad y con los pies apoyados en unos pedales y controles al frente y una gran cantidad de tornillos, resortes, caños, tableros y palancas de mando.

En 1969 la NASA encontró 16 puntos coincidentes entre el dibujo de la lápida y el módulo de mando de una cápsula espacial contemporánea. No cabe duda de que la imagen esculpida es la representación de un astronauta dentro de un módulo espacial fuera de la atracción de la atmósfera terrestre, controlado o dirigido por un ser. Una cosa es cierta, el autor de este relieve tuvo que tener un modelo, o seguir las instrucciones de alguien que conocía perfectamente el artefacto esculpido en la piedra.

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