agosto 11, 2008

El túnel transatlántico

Alexander Stanhope St. George era un visionario, tan visionario que, tras un viaje a New York y haber vislumbrado el puente de Brooklyn, ideó construir un túnel telescópico entre Londres y New York con el fin de intercambiar noticias e información al instante entre ambos continentes. Esto además fomentaría el comercio, permitiendo mostrar catálogos de productos y mercancías. Si bien era una idea aparentemente muy alocada como para haber sido llevada a cabo, St. George no se rendiría, y tras años de investigación y planeamiento del proyecto, comenzaría en 1890 la excavación del túnel. Inició excavaciones en una de las islas del atlántico, facilitando así la entrega de suministros y la logística del proyecto.


La realidad demostraría ser mucho más dura que cualquier plano, y durante los más de cuatro años que Alexander y su equipo invirtieron en la isla, infinidad de accidentes y contratiempos comenzaron a surgir. Desde plagas y sabotajes, hasta brechas en las paredes de los túneles que llevaban a inundaciones violentas; hasta curiosos visitantes que terminaban perdidos en las laberínticas
excavaciones y reporteros sensacionalistas que atormentaban al pobre ingeniero dando a entender que el túnel iba a inundar a Londres, fueron suficientes para que St. George quedara, literalmente, loco. Su años finales transcurrieron en la clínica mental de Bethnal Green, desde la cual, pasó sus últimos días delirando y viviendo constantemente temeroso de que las paredes repentinamente se agrietasen, y un aluvión de agua lo ahogase. Su tataranieto terminaría el proyecto simbólicamente, 100 años y medio después.

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