enero 20, 2010

El camino de Santiago

En sus inicios las peregrinaciones cristianas eran un medio para conseguir el perdón de los pecados o para cumplir una penitencia impuesta tras cometer un pecado grave. Había pequeñas peregrinaciones locales y regionales en las que los creyentes se desplazaban a lugares cercanos, como iglesias y monasterios o a lugares que habían sido visitados por algún santo. Pero también existían grandes peregrinaciones, como las que se dirigían a Roma (donde residía el máximo representante de la iglesia), a Jerusalén o a Santiago de Compostela, en España, que marcaron la vida religiosa de muchos cristianos. Además fueron una manera de transmitir la cultura y de avivar la economía.

Tras la invasión musulmana de la península Ibérica, corrió el rumor de que se había encontrado el sepulcro del apóstol Santiago en Galicia. Pronto comenzaron a aparecer peregrinos que querían visitar la tumba del apóstol y se establecieron rutas desde diversas zonas de Europa hacia el lugar del hallazgo, que llamaron Santiago de Compostela. Jacobo y Santiago son el mismo nombre; por eso al camino de Santiago se le conoce también con la denominación de «ruta jacobea».

El camino de Santiago es una ruta de peregrinación medieval, pero, dado el fervor popular, se ha mantenido, con mayor o menor vigencia, hasta nuestros días, aglutinando a cristianos de todas zonas de Europa en los Xacobeos o años santos compostelanos. El objetivo es llegar a Santiago de Compostela, en La Coruña, ya que la tradición defiende que allí se encuentran los restos de Santiago el Mayor, sobre los cuales se edificó la catedral. Los peregrinos pueden optar por tres caminos, el portugués, el aragonés y el francés, que en este orden van del más corto al más largo. La ruta del camino de Santiago es también la ruta del arte y la cultura románica.

El Camino genera nuevos santos y leyendas de milagros. Un ejemplo es Santo Domingo de la Calzada, que dedicó su vida a servir a los peregrinos.
El privilegio concedido, y confirmado por Alejandro III, consiste en que el año en que el 25 de julio, fiesta de Santiago el Mayor, cae en domingo se podrán ganar en la Iglesia de Compostela las mismas gracias que se ganan en Roma los años jubilares, que allí suelen coincidir cada 25 años. Se trata de la bula de concesión más antigua que conservamos, la Regis aeterni, fechada en 1179. Ella misma alude a que confirma un privilegio del Papa Calixto II (1118-1124). Este papa, hermano de Don Raimundo de Borgoña y, por lo tanto, tío del rey Alfonso VII, fue un gran benefactor de la Iglesia de Compostela.

Tras la Edad Media y Moderna, el Camino va perdiendo importancia. En el Año Santo Compostelano de 1993, el gobierno autónomo gallego decidió potenciar su valor enfocado a un recurso turístico, abriéndolo a personas con el perfil del peregrino religioso tradicional; de este modo se lanzó una gran campaña de publicidad para el Jacobeo de ese año: Xacobeo 93. Gracias a este plan se restauraron tramos de la ruta y las infraestructuras para peregrinos. Se logró la colaboración de las comunidades autónomas por las que atraviesa el Camino en España. Desde entonces, hacer el recorrido a pie, en bicicleta o a caballo es un destino popular que reúne lo religioso, espiritual, deportivo, cultural, económico, etc., tal y como ha venido ocurriendo desde el principio a través de los siglos. El camino se halla indicado por flechas pintadas de amarillo, postes y otras señales.

Los senderos balizados del Gran Recorrido (GR) tienen generalmente una longitud mayor a 50 km. Están pensados para caminatas de más de dos jornadas. Unas marcas de pintura blanca y roja van guiando al caminante.

La compostela es un certificado expedido por las autoridades eclesiásticas y dado a los peregrinos cuando acaban su recorrido. Para ganarla se necesita haber andado un mínimo de 100 kilómetros a pie (200 km si se va en bibicleta o a caballo). Lo que significa que el recorrido mínimo por el camino francés empieza en la ciudad de Sarria. Los peregrinos que llegan a Santiago de Compostela tienen que mostrar la credencial del camino, que demostrará que se ha andado y se ha hospedado en los lugares que ésta muestra.
En la Edad Media, la "compostela" era un modo de indulgencia, que permitía reducir a la mitad el tiempo del alma en el purgatorio. No obstante, si ésta ha sido obtenida en un año santo compostelano, se obtiene la indulgencia plenaria.

La credencial del peregrino es examinada cuidadosamente antes de expedir la compostela. Si falta algún sello, existe un error en las fechas, o el peregrino no declara el propósito religioso de su peregrinación, ésta puede ser denegada.

La oficina de acreditaciones de peregrinos de Santiago expide más de 100.000 compostelas al año a peregrinos de 100 países.

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