Es así que se dio inicio a todo un arte en si mismo, las esculturas de vidrio y cerámica anatómicamente correctas. Esculturas que representaban desde tejidos hasta organismos microscópicos en magnífico detalle. Si bien el utilizar esculturas en la enseñanza provenía de mucho antes -los griegos y romanos utilizaban figurillas de barro para describir ciertos animales u órganos-, fue en esta época en la que las mismas comenzaron a fabricarse de manera rigurosa y precisa para ser utilizadas en los salones de enseñanza mismos. No obstante de todas estas, fueron las realizadas por Leopoldo y Rodolfo Blaschka, padre e hijo, las más espectaculares e impresionantes alguna vez hechas. Denominados a si mismos como artistas de la historia natural, se especializaron en fabricar microbios y animales marinos, creando coloridas bestias de vidrio capaces de asombras a cualquiera. Su trabajo sería encargado por instituciones y museos, y si bien se especializaban en reproducir seres microscópicos, realizarían varias esculturas de medusas, crustáceos, y otros seres marinos.




















El diseño del mismo comenzó tras un sueño del inventor Jean-François Ruchonnet, quien soñó con un hombre manejando el cabestrante de un bote, y hecho realidad gracias a la inversión un ex-banquero, el Cabestan es una máquina tan espectacular que, a pesar de su elevado precio, desafía toda crisis económica estando completamente agotado y con reservas de varios meses (solo se producen 4 relojes por mes, con montaje y piezas totalmente hechas a mano).