Las esferas de piedra fueron primeramente descubiertas en la década del 40 en el delta del río Térraba -también conocido como el Diquis, en Costa Rica-, por trabajadores de la mítica UFC -United Fruit Company-, quienes se encontraban realizando una serie de excavaciones. De tamaño variable, que va de unos pocos centímetros a 16 toneladas y dos metros de diámetro, las mismas fueron un misterio tras ser descubiertas y durante las décadas posteriores todo tipo de “teorías extraterrestres” comenzaron a surgir. No obstante, y como de costumbre, lo anterior no puede estar más alejado de la realidad, y hoy en día el proceso artesanal con el que los aborígenes de la región lograron construir dichas esferas es más asombroso que cualquier teoría loca o conspiración paranormal.
Hechas a partir de una roca de la familia del granito, la granodiorita, y construidas entre el 200 antes de Cristo y el siglo XVIII, según Samuel Lothrop, arqueólogo especializado en culturas precolombinas, quien censó las piedras durante la década del sesenta y cuyas estimaciones se confirmaron posteriormente gracias a estudios de datación química, las mismas fueron realizadas por los antepasados de los pueblos Boruca y Guaymí. Para su realización, según el arqueólogo de la Universidad de Kansas John Hoopes, se utilizó una ardua técnica artesanal en la cual a la roca a redondear primero se le da una forma lo más esférica posible con fracturas controladas y tallado a mano.
Posteriormente puede perfeccionarse con la utilización de carbones calientes y el posterior enfriamiento repentino con agua fría. Una vez lograda una forma esférica aceptable las mismas eran pulidas a mano utilizando herramientas hechas con la misma piedra. Desafortunadamente la rareza de las piedras hizo que fuesen extraídas y vendidas de sus locaciones originales, por lo que muy pocas aun se conservan donde fueron encontradas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario