En el interior de la cordillera oriental colombiana existe uno de los depósitos de sal más grandes del mundo. Fue utilizado desde tiempos inmemoriales por varios de los pueblos aborígenes de la región, sirviendo no sólo como fuente de extracción del preciado mineral, el cual era utilizado principalmente como divisa, sino que además sus túneles servían como refugio. No obstante, sería hasta principios del siglo 19, tras una sugerencia de Alexander Von Humboldt, el famoso naturalista, antropólogo y aventurero, que una explotación subterránea de la mina comenzara a realizarse con el fin de obtener sal más pura. Distintos ingenieros trabajarían en los túneles, llegando décadas más tarde a una profundidad de 2730 metros bajo el nivel del mar. Este punto sería llamado Guasa, y con una gran devoción los obreros construirían una pequeña catedral entre los túneles en honor a la Virgen del Rosario de Guasa, patrona de los mineros. Fue inaugurada en agosto de 1954. Esta catedral se volvería un monumento histórico, siendo cerrada al público en 1992 con la creación de una nueva catedral de sal en lo profundo de la mina, unos 60 metros por debajo de la anterior: más grande y estable, pero sobretodo, mejor planeada y más segura. Para dar lugar a la misma se extraerían 250 mil toneladas de sal roca, y en ella trabajarían un total de 247 personas, entre los que se encontraban más de 100 artistas talladores que darían forma a las distintas obras dentro de la estructura. En total la estructura está compuesta por tres naves temáticas y un auditorio principal.
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