A los altos cargos de la GESTAPO no les repugnó apropiarse de lo que había pertenecido a los vecinos fusilados de Lidice. Por ejemplo, a pesar de la prohibición de saqueo, el subjefe de la oficina de la GESTAPO en Kladno, Thomsen, robó una gran cantidad de aves de corral. Otro alto cargo nazi hurtó las estatuillas de la iglesia de Lidice que utilizaría para la decoración de su hogar. El dinero en efectivo y los ahorros depositados en bancos de los 499 habitantes de la aldea de Lidice fueron confiscados por el Tercer Reich. La GESTAPO obtuvo aproximadamente la tercera parte del total de la suma para cubrir los gastos relacionados con la destrucción de Lidice y la matanza de sus vecinos. El dinero de las víctimas fue utilizado para sufragar los costes de su fusilamiento.
Pero la represalia debía ir más allá. Se prendió fuego y se dinamitó todos y cada uno de los edificios de este lugar. Los restos que quedaron después de esto, fueron finalmente demolidos hasta su última piedra. Y una vez en este estado, todo fue cubierto con tierra y cemento. Finalmente, para dar por concluido el proceso, imprimieron nuevos mapas en los que no aparecía Lidice. El mensaje era claro: los nazis podían hacer desaparecer, literalemente, cualquier sitio del mapa.Pero el tiempo pasa inexorablemente y en 1949 el pueblo fue reconstruido. Desde entonces, el día de la destrucción de Lídice se reúnen, en la planicie de la aldea, miles de personas de las Repúblicas Checa y Eslovaca, así como de diversas partes del mundo, con el propósito de recordar a la aldea de Lídice y a quienes murieron en aquella ocasión. En homenaje a este lugar y para recordarlo, algunos pueblos cambiaros su nombre. Así, en México un pueblo llamado San Jerónimo Aculco, pasó a llamarse San Jerónimo Lídice, en Caracas se creó un barrio con ese nombre y también en Panamá y Brasil se tomaron iniciativas similares.
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