noviembre 21, 2007

Sincronías

Carl Gustav Jung reparó en un tipo de casos conectados de forma tan significativa que el azar representaba un grado de improbabilidad demasiado alto. El psicólogo pensó que estaban conectados por un principio que denominó “sincronicidad” y que, por definirlo de forma concisa, sería “la concurrencia no casual de un suceso psíquico y otro físico, que desafía la ley de la probabilidad y tiene sentido”.

En una ocasión, Jung estaba tratando a una joven que le contaba el haber soñado con un escarabajo dorado. De pronto escuchó un ruido en la ventana, a sus espaldas. “Me levanté - escribe él mismo -, abrí la ventana y cogí al vuelo, en el momento en que entraba en la habitación, un insecto que era lo más semejante a un escarabajo dorado que pudiera hallarse en nuestras latitudes”. ¿Qué había llevado al insecto a meterse en una habitación oscura justo en esos momentos?. El hecho de que el escarabajo sea, en culturas como la egipcia, un símbolo de renacimiento y que a partir de ese día la joven mejorara de su dolencia, hizo pensar al psicólogo que el insecto había aparecido como un mensaje arquetípico surgido del inconsciente: una señal para indicar que al fin ella podía iniciar el proceso de transformación buscado. Ello le llevó a pensar que esta clase de sincronía provenía de algún mecanismo desconocido. Aunque, por otra parte, acabó razonando que, cuando los hechos fortuitos parecen tener un significado simbólico, dejan de ser coincidencias para la persona interesada, ya que la psique puede estar actuando sobre la realidad externa para causarlos. Una explicación que, por cierto, nos sitúa ante el enigma que plantean las extrañas y desconocidas relaciones entre la mente y el mundo llamado “objetivo”.

El hombre occidental, acostumbrado a verter su mente en cosas concretas, rechaza de antemano esta sensación, tan contraria a la estructura de la lógica de su pensamiento, y se refugia en la comodidad de negar sentido alguno a las casualidades. Los chinos, por el contrario, consideran que éste es “el mundo de las 10.000 cosas”, de modo que un suceso cualquiera no puede explicarse sino por una multiplicidad de armonías y desarmonías simultáneas, y no por una simple relación de causa-efecto. En su visión de la naturaleza como un todo orgánico no existen fronteras entre el microcosmos y el macrocosmos, entre el ser humano y el universo en que se desarrolla su vida. La conexión entre dos acontecimientos no es para ellos de causa a efecto, sino de homología entre dos fenómenos que ocurran en el mismo instante. ¿Estoy triste porque el cielo esta nublado, o está nublado el cielo porque estoy triste?Para la visión clásica china del mundo, expresada en el taoísmo, ambas preguntas carecen de sentido.
Si queremos entender el concepto junguiano de sincronicidad -directamente inspirado en el taoísmo-, hemos de imbuirnos en esa peculiar sensación que despierta, por ejemplo, la pintura china, donde paisaje y estado de ánimo forman un todo indisoluble, o reflexionar sobre la hipótesis Gaia: la Tierra sería un ser vivo del que formamos parte, y no un simple mecanismo de relojería, como sostiene ese planteamiento dieciochesco y “racional” que todavía predomina en occidente. Si el espacio y el tiempo son percepciones subjetivas, y la realidad es otra cosa -hipótesis de trabajo que plantea Jung-, es posible suponer que esa percepción espacio-temporal pueda estar condicionada por la psique. De modo que cuando una imagen llega a la consciencia coincidiendo con un fenómeno “exterior”, la psique percibe un significado de esa yuxtaposición de acontecimientos. Pero, ¿existe también un significado “fuera” de la psique? Jung ha sido el único científico del siglo XX que se ha atrevido a formular una pregunta de tal calibre.

¿Quién mueve los hilos de las casualidades al otro lado del escenario? Ante el lector dejo la tarea de reflexionar sobre si unas y otras coincidencias son proyecciones de nuestra mente o la manifestación de un principio no casual invisible y secreto que rige nuestro destino y el de todos los seres, poniendo orden en el caos aparente de nuestras vidas, o determinando, sin que nos percatemos, algunas decisiones cruciales que pensamos son el resultado de nuestra libre elección o del azar. Desde ahora, cuando Ud. vaya a decir: ¿Qué casualidad, no? píenselo dos veces, pues puede ser que no lo sea.

UN BREVE TEST: ¿Le ha ocurrido a usted?
Reproducido del libro Conectar con el fluir de la vida, de Charlene Belitz y Meg Lundstrom, Ed. EDAF

Alguna vez…
Cuente el número de preguntas que responda afirmativamente:

1) Llegaba tarde a alguna parte, pero todos los semáforos se han ido poniendo verde a su paso.
2) Pensaba llamar por teléfono a alguien y esa persona le ha llamado antes.
3) Necesitaba dinero y éste ha aparecido como por arte de magia: lotería, herencia, préstamo, trabajo…
4) Ha encontrado aparcamiento a la primera en la calle más ajetreada de la ciudad un sábado por la noche.
5) Descubrió de pronto información que necesitabadesesperadamente.
6) Vio a un amigo en un sitio totalmente inusual.
7) Halló un objeto perdido de forma inesperada.
8) Experimentó una serie de coincidencias que parecían llevarle a un lugar en particular.
9) Estuvo en el momento adecuado para rescatar a alguien o ha sido rescatado por casualidad.
10) Se enfrentó con una dificultad para luego descubrir que era positiva para usted.1
11) Pensó en una pregunta y recibió la respuesta justa.en la radio, la televisión, un cartel publicitario o la conversación con otras personas.
12) Descubrió que una coincidencia confirmaba la direcciónen la que iba.

Solución:
00-04: Aún no se ha abierto a la magia de la sincronicidad.
05-08: Ha empezado a notar que ahí afuera pasa algo interesante.
09-10: Sigue los signos y presta atención a su entorno.
11-12: Está preparado para enseñar a otros cómo entrar en el flujo de la vida y percibir las coincidencias.

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