mayo 12, 2009

Ezequiel, la biblia y los ovnis

Erich Von Daniken postuló que en épocas pretéritas visitantes del espacio exterior se aparearon con nuestros ancestros para crear una raza de inteligencia superior. Esculturas, pinturas y otras obras monumentales como la Esfinge, las pirámides de Egipto y los moais de la isla de Pascua demuestran que tal vez Von Daniken tenga razón.

"En el pasado abundaron dioses desconocidos que visitaron la Tierra primitiva en naves espaciales tripuladas” dice Erich Von Daniken en su libro de 1968 sobre la existencia de extraterrestres, titulado “Chariots of the Gods” (“Carros de los Dioses”) . Lo cierto es que se ha encontrado evidencia de que tal vez Von Daniken tenga razón.

Existen dos personajes bíblicos que fueron arrebatados y llevados al cielo, y que nunca más regresaron: el patriarca Henoc (Génesis 5,18-24) y el profeta Elías (2 reyes 2, 1-13). Mucho se ha especulado sobre estas misteriosas desapariciones. Incluso, en el caso de Elías, se afirma que fue raptado al cielo por "un carro de fuego con caballos de fuego". La pregunta que surge es: ¿Estarán señalando la presencia de un ovni? También el profeta Ezequiel contempló en el cielo un extraño carro con cuatro seres. Estos, aunque tenían forma humana, poseían cuatro alas cada uno y cuatro caras: de hombre, de león, de toro y de águila. De en medio de ellos salían brasas incandescentes, fuegos y relámpagos (Ezequiel 1,5-23). Ahora bien ¿Que fue lo que exactamente vio Ezequiel? Para el que leyó o conoce sobre la Biblia la respuesta es fácil; el poder de Dios es representado siempre en el Antiguo Testamento por imágenes de carros de guerra como por ejemplo en el Salmo 68,18. Por eso se cuenta que un día el profeta Eliseo, que estaba en problemas, rezó pidiendo la protección de Dios y este le mandó miles de caballos y carros de fuego para que lo defendieran (Reyes 6,17).

El hecho de que jamás la Biblia aluda a los ovnis es compresible. La imagen del cosmos que tenían los hebreos era diferente a la nuestra; ellos imaginaban el planeta como un enorme disco plano, rodeado de aguas y apoyado en inmensas columnas, sostenidas a su vez en el agua. A estas aguas las llamaban el "mar primitivo". Por sobre la Tierra, en forma de bóveda o cúpula, estaba el firmamento. De este colgaban, como un enorme cielo raso, el Sol, la Luna, las estrellas y los planetas, que se movían alrededor de la tierra empujados por Ángeles. Por lo tanto las estrellas y planetas en la Biblia eran simples adornos del cielo y no lugares donde podían habitar otros seres. Queda claro, entonces, que la Biblia no afirma ni niega la existencia de vida extraterrestre y que las menciones de carros de fuego y ángeles se refieren simplemente a una comprensión de algunos pasajes del Antiguo Testamento. Cada uno podrá formarse su propia opinión según lo convenzan los argumentos.

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